A mí me gustó, pero tampoco es para tanto.
Es curioso tener que estar a la defensiva en un juego universalmente querido por la crítica, porque si bien el juego es bueno, no sé si sea merecedor de tanto premio; supongo que conecta con una inocencia y simplicidad de antaño que quizás muchos añoran ahora– no lo sé. El juego es muy divertido, fácil, con mucho mérito artístico en la simplicidad del diseño de sus escenarios y personajes, sí, pero ¿fue el mejor juego de su año? Según D.I.C.E. sí, y eso que competía contra Death Stranding y Control.
Bueno, no estoy aquí para hacer que House House devuelva ningún premio, si no más bien quería destacar un aspecto que en otras reseñas se omite o no se exalta como debería, y es que el juego se presta mucho a ser jugado entre dos, y es lo suficientemente fácil para que alguien con poca destreza pueda igual disfrutarlo– es ciertamente muy útil para intentar meter a la novia en el mundo del videojuego. Mi novia, que raramente va más allá de Animal Crossing lo gozó.
Será que soy tacaño, pero me pareció ligeramente caro (está a $20) para lo que es y para lo que dura, pero supongo que, objetivamente, valió la pena; su precio me hace dudar sobre si recomendarlo abiertamente, y yo, aunque asevero que lo disfruté, me imagino que no es, en realidad, para todos. Confieso que lo compré para ver de qué hablaba tanto la gente, y si bien ahora lo entiendo mejor, sigo sin entenderlo del todo.