Hace poco tuve el gusto de jugar la demostración gratuita de –lo que pensaba que era– una recreación de GoldenEye 007, Agent 64: Spies Never Die. Sin embargo, esta no es una recreación exacta de GoldenEye 007, si no que más bien es un juego que toma casi todas las claves representativas de GoldenEye 007 y les da toque moderno.
Confieso que al jugarlo me sentí primero bastante triste de que no sea una recreación, pues GoldenEye 007 es un juego que me duró años, y que, en esa época, me parecía un juego espectacular. Mas mientras avanzaba en el nivel de demostración de Agent 64: Spies Never Die entendí y acepté qué es lo que este juego quiere ser: es, pues, tal cual recuerdo que GoldenEye 007 se sentía, mas esto, quiero aclarar desde ya, es problemático. Ahondemos.
Para adentrarme, quiero citar un ejemplo. Hace unos años salió una versión HD de un juego al que, como con GoldenEye 007, le invertí buena parte de mi infancia; recuerdo que lo empecé a jugar con un amigo quien también había tenido el mismo juego en su niñez, y cuando me preguntó que qué pensaba yo de los gráficos sólo pude decirle que así, en HD, era tal como yo lo recordaba. Claro, esto es imposible, hace veinte años no existía el 720, qué iba el juego a ser HD. Pero en mi memoria, en mis recuerdos, el juego ya estaba en alta resolución, como GoldenEye 007 ya estaba en la panacea de los juegos de dispara jamás inventados. Pero cuando uno vuelve a ver los gráficos originales o vuelve a GoldenEye 007, como hice yo esta mañana, lo que sucede es que el tinte rosado de la nostalgia se oxida un poco. Resulta que GoldenEye 007 no se ha conservado muy bien. Y no sólo en los gráficos, que son atroces, si no en cómo se controla al señor Bond. Luego, la mecánica del juego sigue siendo muy divertida, sí, pero ya se hablará de lo que perdura. Ahora me atiene lo que no, lo que no perdura, lo que se corroe, lo que se oxida.
Lo cierto es que muchas cosas se hacen mejor que antes, en esto de los videojuegos. Sobretodo se acusa esto en los juegos de 3D, pues fue difícil dar con la forma correcta de representar un espacio de tres dimensiones a una audiencia que había jugado mayoritariamente en sólo dos –y en máquinas a las que no se les podía exigir mucho. Tal como hay muchas series de televisión de antaño que si las vemos ahora parecerán muy malas porque el saber hacer audiovisual ha avanzado mucho, así pasa con muchos juegos. Y, asimismo, tal como Casablanca no tiene fecha, juegos como Super Metroid son imperecederos. Mas –y lo digo con mucha pena– GoldenEye 007 no estará en ese panteón imaginario donde están los mejores juegos, y, aunque no dejara de ser un peldaño fundamental hacia el panteón, lo tendrá que mirar desde lejos. Pero tampoco seamos –tan– dramáticos, que formas de modernizar GoldenEye 007 hay muchísimas, y son fáciles de usar y compartir. Pero no se trata esto del potencial latente del juego, si no de lo difícil que es descubrir que lo que uno tenía por manjar no es más que crema de nata.
Lo bueno es que ese potencial latente sigue ahí y se puede volver a representar. De lo que jugué, Agent 64: Spies Never Die entiende bien qué es lo bueno en GoldenEye 007 y lo explota. El juego, repito, se siente tan bien como recuerdo que se sentía GoldenEye 007. La paleta de colores, eso sí, me parece un poco fea– media futurista es, y esos colores, que quedan muy bien en, por ejemplo, Stray, aquí chirrían. Pero en fin, esa crítica es muy personal, que no faltará quien se quede prendado de los colores, que hay gente para todo.
En fin, esta que era reflexión de los límites de la nostalgia terminó por ser recomendación de Agent 64: Spies Never Die, y eso no es, espero, malo. Si usted está con ganas de A, pruebe B.
Foto de https://www.deviantart.com/newyunggun/art/007-Goldeneye-Natalya-Fyodorovna-9-767611348