Me tiene engatusado.
Evidentemente la gracia está repartida a partes iguales entre la alegría que supone ser un gato animado tan meticulosamente y el diseño de los ambientes– y hablando de su esmerada estética no hay que omitir la banda sonora, que tanto termina de cumplir con el espectáculo visual que supone este juego.
A mí me duró un poco más de cinco horas. A mi novia, que no es muy jugadora, le va a tomar más, pero no porque el juego sea difícil, si no porque ella está explorando mucho más a fondo cada ambiente. En sí el juego es bastante fácil, pero el fuerte no es el reto que supone, si no la experiencia; tras el goce visual que es Stray hay una narrativa muy pulida, lineal, que pasa de acertijo en acertijo y tiene, aparte del hilo principal, otras pequeñas cuestiones secundarias en las que el jugador puede entretenerse.
Un par de defectos sí tiene en el tema de detección de colisión, uno que otro personaje secundario que carga a medias, una que otra pared a través de la cual se puede ver si la cámara pasa de algún límite. Primero el juego estaba limitado a sesenta cuadros, pero ahora ya hay una opción sin límites. En mi tarjeta, que es de gama media, raramente bajaba el promedio de cincuenta, pero una que otra vez cargaba lento y desincronizadamente. Reitero que estos defectos sucedían raramente y desaparecían casi tan rápido como llegaban– excepto ese robot que cargó a medias, ese nunca se arregló hasta volver a cargar la sección.
En fin, el juego es muy bueno, no sólo en cuanto a la ejecución de lo que tiene que haber sido un gran trabajo de dirección artística, si no además en la historia que cuenta. Yo creo que vale más de lo que cuesta, y estoy muy contento que me sirva para que mi novia también se integre un poco más en esto de los juegos.
Imagen de Epesse vía https://www.deviantart.com/epesse/art/Stray-Fanart-923046918